29 de junio de 2006

Ensueños


Destellos rugen de nuevo. Orgullo, ave herida de traición. Vendo los océanos que corren entrelazandos con el veneno mágico y celestial, como algo místico que se recuerda entre los milenios hablantes mientras los sueños recrean la emancipación y deslumbran el vil y letal cometido. Cuando se siente, todo siempre acaba: las luces se desprenden y la fantasía dejar de volar. Invocando al deseo hiriente, llamando a las mariposas de los valles. Imploro el deceso de una sesión lúgubre; el adepto nunca más largo de la vida consumida.

Retornar los moldes de las paredes ensangrentadas: la fuerza es demasiado poderosa. No pudo enterrarse detrás de la sonrisa de la muñeca de porcelana. Cómo se oyen los gritos del paraíso perdido, de los detalles encubiertos en globos y niñas de hielo. ¡Oh, mundano, etéreo y sagaz diluvio! Llora sin mí.

Decide el final de los sueños de nuevo. El mundo traicionado por las venas que inyectan irónicamente el misterio del recuerdo hablado, como la lluvia cayendo del cielo. Las luces moldeadas, el saber que nunca más la memoria cobrará vida entre los Tártaros del infinito. Sangra, derrumba, encanta los desprecios de las ataduras de la miseria que ronda en las cámaras de la muerte. Los soles brillan tras la perfidia. La mirada se pasea por las intuiciones de azules vocablos, el egoísmo comprendido como delirio. Sigo deseando la conjunción del dilema jamás embaucado. Y veo cómo las estrellas caen de nuevo; de un dolor jamás profanado.

28 de junio de 2006

Cristáliga


¿Por qué ambos cristales se suspendieron en la órbita del ensimismamiento?
Y muchas más preguntas hacia los noctámbulos que los creyeron dominar,
Porque percibo entre las lenguas de fuego el idioma de los incompletos;
Y entre los crisantemos y Biblias elásticas,
El placer del llorar.


Tal vez ocho melodías entre una Partitura del Color
U otro jarrón de terciopelo alzado hacia la mar
¡Entrégame tus lienzos!
¡Entrégame los faros, los índices, el portal!
O tendré que hurtar nuevamente en tu retrato
Pero sin más atropellos que el enclaustramiento en la pared...

¿Una Pared?
O la mera coincidencia de un después.
Tal vez...


Tal vez rías bajo las ninfas que aún no despiertan
Bien podría perder la razón sin respirar;
Y el mármol que algún día plasmará el por qué
Iba y venía trayendo un Noviembre y dos Julios
¡Remedios maldita!
Tan llena de rosa y círculos viciosos escarlata,
En un relato a divisar.


Dioses inconclusos, odio al despertar!
Incursionan las invasiones de Atilas muertos a sus pies
Ni en ese entonces del nunca podrás encontrar los vitrales purpúreos en su andar
Al mirar... su andar.. su mirar...su caminar...su llorar...su reír.

24 de junio de 2006

Acerca de la transfiguración

Las campanas de cristal han sucumbido
postradas ante el rostro de azufre;
los dominios interlunares de los reyes rojos
la candidez espectral de la Berenice inepta,
los colmillos vagabundos de los corsarios sin ojos...
La adicción a la belleza, el excelso principio. Relativizar todo conforme a los rasgos tal vez inexistentes que presenta, como si en ellos pudiera ser encontrada la idealización de aquella inalcanzable Afrodita. ¡Cometido ruin y mundano, como oscuras zanjas que perforan la razón en medio de las primaveras de la diosa Fortuna! La melancolía y la añoranza vienen en notas templadas que refulgen bajo la capa de bougainvilleas de cristal, carcomiendo la fortaleza y tornándola en el suave estigma que desfragmenta los lazos etéreos que antes iban unidos a los cristales circulares. El sonido de la garúa y la humedad que difumina la realidad, la abstracción centrada en la divinidad del andrógino, los mosaicos circulares luciferinos, los pétalos de rosas consumidos en desolación...
Es así que la perfección se pierde. Evaporada por los tormetosos embrujos del insomnio y la agonía, inevitablemente deben recurrir a la metamorfosis de la beldad menguante. Todo se transforma en visiones de quintos paraísos en donde los sentidos despiertan y buscan sumir en un trance de muerte. Las voces infrahumanas y los cantos de la orbe mágica congestionan el estar inmaculadamente vivo; la razón está muerta.
Pensar e imaginar, dos distintas fatalidades.
Quien piensa, despierta; quien imagina, se adormece.

23 de junio de 2006

...

Del Odio.-
La genialidad del pérfido. Aquel que utiliza el espectro maquiavélico como arma de desfogue es y será el mismo desprecio encarnado en la demencia lúcida. Incomprendida y humillada su naturaleza; el convivir apegado a la transparencia de las azules cortinas. ¡Muéstrate! Comprime el odio; aborrece el cometido y sepulta los delirios. ¿Quién subleva la razón de la eterna agonía, la expresión desasosegada de la belleza perturbada y los cristales rotos?
De la Idealización.-
La condición de ensueño. Las melodías fúnebres, las muñecas de hielo y las diademas de cristal que adornan su silueta. Desagraviar los deslices del movimiento sistemático de las flautas inertes para recrear su caracterización en las bougainvilleas púrpuras, sabiendo que los labios azules han perdido el color y la mirada ha apuntado nuevamente hacia el norte. ¿Cómo despertar de la alucinación si esta es la que mantiene el soplo de vida, la que origina el desasosiego del arte dominado por la incertidumbre del haber vivido entre sonámbulos y ahora yacer inerte, sumido en los sueños arenosos y vacíos?
De la Ataraxia.-
Es, o un eterno añil confundido miles de veces con el límpido mar; o el limbo mortuorio de los seres inertes. Allí no sale nunca el sol ni ruge el trueno; sólo zumban corrientes de llantos vespertinos. La mirada perdida y los ojos encantados, el rostro pálido y los labios secos. Una sonrisa muerta y la razón corrompida por los milenios de indiferencia que caminan junto a las rosas rojas de la desolación.
Mundano y etéreo; estigma de confusión.

21 de junio de 2006

Definición


¿Será que eres la apoplejía, a punto de llegar?

Siento que no eres tú. Que estoy cegada por aquellos cristales circulares que pronto habré de llevar, como si en su misma caracterización viera el blanco de tu piel y el rojo del desprecio. O tal vez es la convicción de ver tras las pantallas sonoras e inaccesibles, el retrato de aquellos ramos esparcidos por la habitación ensangrentada. Y me siento extrañamente feliz, como si estuviera dispuesta a adormecerme en aquel hachís temporal e inexistente que permanece marcando la orbe con un rostro marfileño y cuadrado. Tan triste el cometido de abrir los ojos y separarme del mundo paralelo al cual tantas veces ingresé sin ser invitada. Tantas ansias de sentir el sufrimiento como consecuencia de aquellos dos segundos de infinita adicción.

Es así, tan frívolo y mundano, como si ya hubiera olvidado las enredaderas negras. ¿Y a qué vienen? Las guardé en la gaveta de la realidad. Ahora busco encontrar un rasgo magnánimo en tu casi simétrica silueta, por medio de la segunda pantalla; la inmóvil y fría al costado de la ventana, aquella que me comunica a ti sin que ni siquiera me percibas. Las enredaderas de antaño tenían tanto de ficción como de realidad: la garúa, el insomnio, el otoño, el desprecio… Pero sólo eres polvo que confundí tantas veces equívocamente como niebla. Quisiera ver en ti alguna caracterización maldita y extraña. Y entonces vuelvo a cerrar los ojos, y recuerdo lo que la realidad ficticia produjo en mí, tratando de convivir paralelamente con el mundo del más allá: la ceguera. Y sé que mañana también serás guardado en la gaveta, junto con aquellas desdichadas enredaderas negras. O tal vez sólo te deje varado en medio de la nada, aunque ni siquiera lo notes.

Es el desprecio.
Quisiera verte y transformarte en escritos escarlatas, garúa, humedad, tristeza y repulsión. Pero sólo puedo hacerlo por medio de la pantalla blanca, aquella maldita y desolada.

Tal vez no existas. Tal vez sí.

18 de junio de 2006

...of.love.no.longer.poisoned... / La Canción

...für eine neue Melodie...für eine neue Phantasie...für eine neue Harmonie..


El timbre roto de las amapolas del cielo. La venganza sistemática, la mirada furtiva. Cuando ríen domamos a los corceles y derramamos la tinta sobre el papiro ya consumido. Es la representación triste y serena de la tormenta de nubes violetas y añiles en la cual esconde su desprecio. Fábula de la Diosa, dilema del arco iris perdido y los diamantes destrozados. El quinto verso del poeta desaparecido: su esplendor.
Y a la caída sigue el encuentro. Tal vez así.


La Canción.
Hablemos de andróginos. De la tez pálida, los ojos hacia el sur y los labios azules. Del mensaje, de las representaciones que siguen allí pudriéndose conmigo, larala ri lalalalaríferas. Esto es triste, patético. Me consumo y me dejo consumir con cada gota de tinta que vierte el lapicero abominable y maldito, pues sé que aquella inmunda canción no existe ¡sólo imaginar! Jamás se leerá la incoherencia, jamás la melodía sonará aquí. Sólo quedaré yo, escribiendo, y con ello consumiendo las últimas cenizas que quedarán. Canción, bendita y etérea, de cabello ondeado, melantroduction del andrógino ¿existes?

17 de junio de 2006

Ulterior Inmaculado


Zumban corrientes
de llantos vespertinos.
La desolación menguada que enmienda
el dolor y las refutaciones
despiertas.

La triste agonía inexpugnable
que perciben los azules deshechos en aspinas.
Anónima, de antónimos elocuentes
difieren los polos análogos
envueltos en disoluciones
de aspirinas.

Ambigo, oh confuso ventilador de papel!
Será tal vez el fuliginoso cometido que ordena
los lazos etéreos,
los tristes ultrajes,
Las ilusiones esféricas
adheridas a la pared.

16 de junio de 2006

Cremación de los rizos

En la gigantesca carroza nívea lo vi alejarse, con los índices apoyados en ella, prescindidos de un gesto espectral, sintiendo que definitivamente se había ido. Y no eran las ansias de que se fuera, sino el mismo sentimiento de culpa que me implicaba arrojar todos los recuerdos por las calles que sé iba a cruzar, para quitarme aquella plaga que había acontecido su llegada y originado mi final. Aquella peste iba consumiéndome poco a poco, fatigándome de ver en cada reflejo de algo encorvado, lo que pensaba era eso. Las alucinaciones, el olor, las imágenes, la garúa y la niebla en medio de una banca solitaria, todo era relativo y a la vez absoluto a la primera vez en que se había manifestado. Mientras el suelo se movía y el tiempo hacía de las suyas retrasando los segundos, el lugar vacío en donde antes habrían estado los dos cristales circulares sujetados por lazos que terminaban su recorrido en las siempre añoradas enredaderas negras parecía contener ambos luceros desiertos y destrozados. Y aún no me explico cómo conseguí plasmarlos: si tal vez en sueños o en efímeras realidades que se agotaban cuando el alba desaparecía. Cuando el alba desaparecía...

Pero el temor a encontrar los luceros en la misma dirección que antes habían recorrido, ya sea real o imaginariamente, era aún más enorme y dominante que las ansias asfixiantes de obligar a arrojar mi pobre mirada al suelo. Pero ya la dignidad era una corriente gélida y diáfana que prevalecía como un fantasma, rondando y cubriendo con su manto azulejo todo, de una forma hermosa e inútil. Y la prudencia, que me aconsejaba en forma de brisa y distraía mi atención superficialmente hacia los lánguidos nimbos que rociaban lágrimas de diamantes, seguía su andar encorvado trayendo cada remembranza, mientras pequeños demonios exteriores me hacían recaer nuevamente. En cada mirada desviada, cada puñal contenido, había una lluvia de escarcha que formaba las siglas comenzadas con A y seguidas por Z. Pero todo comenzaba y terminaba en la bella A, llena de adornos medievales y aguas cristalinas, mientras la destrucción se llevaba con respiros y soplos mágicos, la esencia del mísero otoño que azotaba a las hojas escarlatas que crujían bajo el gran manto grisáceo.

Y tal como lo había visto desaparecer, presentí su aparición en la gigantesca cueva vertical, la cual las escalas de rosas bañaban en colores tétricos y dulces. Y aquella cueva se lo tragó, junto con un ser que llevaba cogido de la mano, mientras una boca gris se abría y ambos penetraban en ella. ¡Pequeña Remedios! ¿Por qué llevas así al ser que tu María produjo para guiarte en soledad? ¿Por qué ríes mientras lo observas desde el Olimpo, y lo desangras con puñaladas de vocablos líquidos? Porque tú, desde lo alto lo miras: a él y a todos los que yacen bajo seis pies bajo la capa de crisantemos, mientras tu voz cobra vitalidad y comienza la hecatombe, ¡mirada fija!. Y los demonios me llaman; ríen y susurran. Pero yo sigo mirando, separada por cinco milenios...¡cinco malditos milenios!, de su felicidad.

Creí recordarlo en ocho Cristos que lloraban en medio de un Getsemaní nebuloso, al atardecer mientras la desdicha se acercaba hastiada de colores invisibles que sólo él podría plasmar. Pero el Julio femenino que corría con acentos ingleses acompañado de diez Noviembres y un Octubre, la Remedios multiforme que se deslizaba en medio de su mirada y su corazón, venía en explosiones excéntricas y rosas, que provocarían burlas sonoras en el demonio que gritó su nombre despreocupadamente.

Otra vez veo reflejados en los índices la muerte de una ilusión ya enterrada. Luciferi de tristeza; Orfeo musical; Dalí sin atropellos andróginos ; Apolo plasmado en mármol. Tú. Y toda tu realidad.

14 de junio de 2006

Conjunción


Bendito jamás, e impío. Lo sé.
El sonido de la lluvia como perlas de luz dirigiéndose hacia la nada que cubre el océano gris e impuro. Y por las frágiles manos del invierno las rosas secas y el cielo rojo van cayendo de nuevo en representación de la efigie que adorna su cuello. Naturaleza infiel y jamás descubierta, encarnando a los valles de fértiles deseos y consumaciones etéreas. Dulcifica la razón e intercambia la penumbra de los labios compartidos.


¿Será que el dolor ha permanecido en el pecado, resguardando las tumbas de ángeles compactos y macizos forjados en espejos? Para cada lágrima una premonición que sofoca la esperanza y ata las luces ciegas que poco a poco van consumiéndose en ti.

Si así es, he de encontrar el anhelado imperio; si no, la inmortal atadura. Para guiarme mediante el lamento del pérfido y arrastrarlo hacia la luz del sol; si es eso lo que me es designado, entonces el paraíso arderá. La encomienda y el vino negro, el desprecio envuelto en llamas del infierno y la agonizante destreza de sus manos, será todo su voluntad. Que prendan al escéptico y sea vislumbrado junto con las muñecas de madera que habremos de colocar en su ataúd de cristal. Suena el susurro y obtengo la fuerza que se extiende mientras las velas se derriten y los labios rojos desaparecen una vez más.

Ríos de sombras, luces de antaño.
La voluntad.

13 de junio de 2006

Andróginos

Carla piensa. Agradece mentalmente. Desea cerrar los ojos de nuevo.
Aquellos seres. Los que van más allá de la belleza misma, de manos blancas y labios rojos. Las facciones delicadas y melancólicas, el cabello ondeado, los ojos que miran hacia el norte. ¿Son acaso melodías funestas y tristes que conforman las sinfonías mundanas y orbélicas? ¿O acaso quienes vislumbran el diáfano velo que separa a la fantasía de la demencia?
Nada de eso. Son los enviados de Venus, oí decir.
Carla abre los ojos. Tres encontrados, y un ser con cada pequeña característica de otro.
Busquemos lo inexistente. ¿Qué más da si se confunde la representación con el sucedáneo? ¿Quién podría tomar la devoción a la belleza como bisexualidad? Un vicio aún más grande que la metamorfosis, el desprecio, la decepción. Polvo de estrellas. Pues la Afrodita no es ni fue nunca el recuerdo olvidado de cuatro señores. Venus fue siempre ella. ¿Y qué hacer al descrubrirlo? ¿Admitir el trastorno y pretender que todo sigue igual, que es el culto a la diestra por el género que nos es otorgado? Manía. Necesidad de escribir. No hay musa, no hay Spricht ni Huraño: nunca existió el medio para llegar al fin. Pues lo habíamos alcanzado.
Los labios azules y la sonrisa etérea
que dice, el otoño no tardará en sucumbir.
Mío es el Valle de las Reinas,
mío es el sarcófago de Pigmalión.
Y entonces lloraran las voces eternas
de las praderas y Dianas:
Será tuya la venganza,
más mía la traición.
*Carla se da cuenta de que no sabe nada.

11 de junio de 2006

Al Excelso


Y así gritamos otra vez.

La vida encubierta de estropajos. El mundo y las hojas violetas que navegan océanos de fábulas. Las venas inyectando rubores, y algo místico entre los pájaros que sentía cuando todo había terminado y las luces devoraban el silencio. Llamando de vuelta a las damas de otoño y al amor hablado, imploramos la gracia en un día de verano que nunca tardaría en llegar. Retornamos sangrando la fuerza del paraíso sin enterrar la sonrisa del pasado, sintiendo los detalles del oro cuando la tristeza yacía inerte.

Oh, mi inmunda, benévola y agraciada añoranza! Llena de ti.

Empezando a desvestir los pétalos de rosas, mis ojos se pasean por las intuiciones de las memorias. Desliza el egoísmo que conlleva el déspota cuando sólo siente el lejano teclado vacío; en ese entonces comprende nuestras risas.

Es tu designio.
Los sueños se convierten en hielo. Y entonces siento el veneno.

9 de junio de 2006

Apoplejías

Sigue sonando Traumtänzer. No es que me haya obsesionado con aquella canción; simplemente, coincidencia. Me he dado cuenta que cada vez tengo menos tiempo para pensar en la canción esa, Larala ri lalalala. Ahora es Huraño, es no sé, la cocina, la pelota, el espejo, tantas cosas con las cuales pueden asociarse. ¿Y dónde sueño que suena el ritmo acelerado? ¿Dónde se hospeda? En Galerías Brasil, un café de Miraflores, y el carro. Sean todos partícipes aún sin conocer el nombre.

Contranatura. ¿Qué quiere decir eso?
Que venga y se quede aquí, diciendo cosas y yo escuchando. Que no sepa cómo reaccionar pues las advertencias yacen escritas y pegadas en la pared mientras va caminando y se pretende que absolutamente nada sucede. ¿Y por qué se manifesta ahora? ¿El color marrón influyó en algo? Probablemente sí. Schubert. Que siga sonando la melodía que reconocí en pedazos. No es el clac hueco, sino el límpido y abominable. Pero ¿qué puedo hacer si es que así lo quiere? ¿Escuchar cómo el sonido brota de sus manos, y tratar de comprender cómo puedo seguir permitiendo que carcoma la imagen fija que alguna vez tuve?
Y ¿cuándo lo tocó?

Larala ri lalalala...la más excéntrica. Como lo escribí en el cuaderno cien veces, aunque nadie lo vaya a leer. ¿Qué interesa ser el inmundo estropajo? ¿Interesa acaso si soy parte de los tantos inmundos estropajos que existen en las notas alicaídas de la canción? ¿Habrá dirigido la mirada al norte?... Y no sé qué seguir escribiendo. Hace algunos días pude haber seguido imaginando la melodía como la sublime por excelencia, pero ahora siento que va apagándose lentamente.
Glamour de los condenados. Regla del Bendito.
Quisiera leer un libro. Que la mañana aparezca más nublada que nunca, y que el olor a humedad mezclado con los eucaliptos de la ciclo vía penetre por la ventana. Olvidar por un momento la destrucción que va a mi lado, las preocupaciones, el polvo y el sonido hueco que produce el piso. ¿O seguiré durmiendo hasta pasado el mediodía, soñando cosas que luego no puedo recordar y despertándome con el malestar de no saber por qué tengo una piedra oprimiéndome el pecho?
Quién sabe. Quién lo sabrá.

6 de junio de 2006

Contranatura

Es difcícil pretender que nada ocurre.
Ah, la simbiosis!

Palabras bonitas:
ambiguo.. diadema.. satírico.. infausto.. oligarquía.. heliocéntrico.. orbe.. circunspecto.. diamante.. esmeralda.. cristal.. lluvia.. zafiro.. desprecio..


Que aspiren a creer los jamás satisfechos. Que mi felicidad va atada a la frustración, el desengaño, la ironía, gloria y sufrimiento. Siento que hubo muchos mundos en mí. Que nos ha tocado ser la raza que mantuvo dormido al Eterno; una inexpugnable frontera. Los muñecos de cera que van caminando lenta y desasosegadamente, tropezándose unos con otros. ¿Dónde esttá el cometido, el ideal?

Suena 'Dios vuelto Miseria'. ...defeca en su hermoso rostro...
Qué malditos y poco imaginativos. ¿Desde cuándo se puede defecar en el rostro de dios? ¿lo tiene, acaso?

--Contranatura. ¿Qué hacer si lo que debemos imaginar no podemos describir?
Parálisis. Parásito. Parasimpático. Paráclito. Paradero.
Tantos 'para'. ¿Y para qué? ¿Para justificar las premeditadas acciones, los tristes
desprecios? Déspota. Desencanto. Desconsuelo. Deseo. Designio. Desmorona. Destruir.



¿Por qué sigues aquí, como encerrado en aquella canción que apareció en Mank's Archivos, como la melodía del mar, como el yodo, como la cocina que veo, como una rosa, un espejo, una premonición? Es contranatura. Contra todo. Contrario. Natura. Nata. Que se pudra el sonido hueco; que sé que el que produces es cien veces mejor. Y lo aborrezco. Odio la melodía suave y dulce, el mismo Chopin... Y nadie ve a Moreau, a Klimt, nadie encuentra a Delvaux, nadie comprendió jamás a Dalí: sólo las teclas de tu eterno silencio. Que se marchiten los desprecios; seguirás en pie.

5 de junio de 2006

Disección

Suena Traumtänzer en los parlantes. Un vaso a mi derecha, y preocupación
No he terminado con matemática, y falta estudiar historia.

La voz de Adrian Hates lo inunda todo. Siento que todo es imperecedero, y que la gracia aún permanecerá cinco...cuatro...tres...dos...y un segundo más. Es triste seguir pensando en la canción esa, Larala ri lalalala, sabiendo que ese herr ya fue, ya murió, desapareció, ni siquiera pasa por allí, está triste, qué sé yo. No puedo olvidar, no puedo perdonar, no puedo recordar. ¡Y no puedo decir kkggg! ¡Kggg! Todavía que vino Huraño. No puede ser, es demasiado...¿etéreo? ¿pétola? ¿ozono? Un hola y un adiós; un conéctalo por favor; un ¿voy a entrar, ya? ¿Por qué me pasa esto?

Salazar me recomendó White Light Generator, de Ladytron. Bueno, "recomendar" no precisamente: simplemente me dijo que se la grabara en el mp3. Yo, asumiendo que se trataba de alguna alusión musical del pérfido, le dije que aquella canción era horrible. Me confundí con Sugar. Y, al escucharla: ¡oh sublime raciocinio! ¡excelso mea culpa! Era hermosa.

Leí "Templado" por onceava vez para el examen de mañana. Me pareció superficial, pero bueno... Es todo así.

Aquí una creación. Marionetas.

Será que somos
muñecos de cera,
que rompen el silencio
y cohabitan en vuestra esfera.

Volvemos el rostro
aquel impávido y triste.
Quiébrense los llantos matutinos
de la atmósfera sublime.

Dormidos los ángeles
(por la misericordia del Eterno)
Eres mi poesía mundana
¡cual Bejamín sin lágrimas llora al corcel infecto!

4 de junio de 2006

De lo que aconteció con Afrodita


Ustedes, páginas mancilladas por ojos de lectores ajenos, son las Galateas de esta historia. Tal vez existió más de una Afrodita en la triste recopilación de desprecio que ahora sumerjo en los inalcanzables mares del olvido. Mi devota agonía; su eterno esplendor.

Todos fueron con máscaras rojas y tétricas. Yo permanecí detrás de libros empolvados y cristales rotos, soñando con clavecines etéreos y rosas de mar. Eternamente sentada, con el rostro pálido y las manos frías en medio de los fantasmas de aquellos que alguna vez estuvieron allí conmigo padeciendo lo mismo que yo. Así pasarían las horas, los días y los milenios, hasta que la voz del pérfido se oyó más allá de los estantes, “vas a sufrir”. Inmediatamente enlacé el desconsuelo con su andar cabizbajo y las enredaderas negras que iban colgándole, mientras sentí por vez primera el respirar agitado y una profunda vergüenza. Pero luego la voz siguió gimiendo “máscaras, bancos, bougainvilleas, manos, pañoleta, arpía, tártaro”. Sin más deseos que provocar sufrimiento en mí, desapareció.

Hubo un gran incendio. Me senté en el sillón marrón y antiguo, esperando que algo me diera alguna señal. Y entonces obtuve lo que durante tanto tiempo había ido buscando: resignación.

Muchas veces vi las cuatro huellas. Y entonces me percaté que todo había sido un eterno embrujo. Fue una decadencia moribunda y fúnebre la que iba apoderándose poco a poco de todo, hasta que, sin ningún aviso, desapareció. Me importó poco que fueran dos huellas nuevamente, pues la A que había grabado en mi muñeca incluso había cicatrizado. Su miseria había vuelto a ser apogeo, y su arte ahora era frívolo y superficial. Y lo que ayudó a hacerlo desaparecer fue su exilio de los Cinco Cuadrados. Dejó de habitar en medio de las cámas mortuorias y se dirigió al paraíso mundano, sin ni siquiera mirar atrás.

Volvieron a ser cuatro huellas. Paso por allí, y poco me importa, pues lo que escribo jamás lo leerá.

2 de junio de 2006

Memorízame


Hoy fue un día terrible.

No pido nada. Ni consuelo ni aún más sufrimiento, pues lo que he tratado durante tanto tiempo es a resignarme. Y más aún con aquellas personas que aborrezco... Soy una perfecta hipócrita. Pero a ella no le mentí.


Tengo tantas ganas de escribir, pero por alguna razón no puedo hacerlo. Traté, y lo único que me dio fue esto:

"Recuerdo haber sido el Pigmalión que, entre valles fértiles y narcisos infecundos buscó la transfiguración. Dejé la mortalidad atrás en un viaje del cual no guardo ya memorias, puesto que no tuvo principio ni final. Y fui (o creí ser) dueño de la Razón durante un lapso tan corto que me atreveré a juzgarlo como inexistente, en donde desentrañé la naturaleza del alma humana y cultivé sus vicios y virtudes. Es tanta la vaguedad que presentan mis remembranzas, que ni estoy seguro de haber existido: pero son mis manos las que escriben y la energía la que opera, en donde la mente yace muerta.

¡Ay de ustedes, hombres pálidos y oscuros, creyentes de Ambiguo el Inhumano! Ay de ustedes, que buscan el término en donde no hubo inicio; la sonrisa en donde nunca existió boca; las palabras en labios del mudo. Fui testigo de cómo los seis primeros seres poblaron, luego de milenios, la orbe a la que llaman Tierra. Vi cómo el puño del Eterno se posó sobre la nada e hizo surgir las primeras manifestaciones de vida. Observé cómo fueron complaciéndolo lenta y tristemente, como bien hace un niño con su mentor. El dormía mientras ustedes lo invocaban, puesto que los Ofelia ya habían acabado con sus fuerzas. Suspiraba entre los gases amorfos que los pintores retratarían como nubes mientras sus insignificantes penas los azotaban. Dormía despierto. "



A veces quisiera dormir todo el día y no despertar. Y es cuando menos tengo sueño. Así hubiera garúa, una manzana y por mi ventana pueda observar la neblina, creo que de todas formas no podría haberme consolado. Me siento feliz por una parte: me va mejor en matemáticas y estoy..bueno, la otra cosa es privada.


Recuerdo con melancolía aquellos tiempos en sexto grado, en donde escuchaba todo el día música y verdaderamente no tenía amigos. A veces paraba sola, y mis sesiones con el psiquiatra eran más seguidas, incluso llegué a hacerme cosas horribles.