16 de junio de 2006

Cremación de los rizos

En la gigantesca carroza nívea lo vi alejarse, con los índices apoyados en ella, prescindidos de un gesto espectral, sintiendo que definitivamente se había ido. Y no eran las ansias de que se fuera, sino el mismo sentimiento de culpa que me implicaba arrojar todos los recuerdos por las calles que sé iba a cruzar, para quitarme aquella plaga que había acontecido su llegada y originado mi final. Aquella peste iba consumiéndome poco a poco, fatigándome de ver en cada reflejo de algo encorvado, lo que pensaba era eso. Las alucinaciones, el olor, las imágenes, la garúa y la niebla en medio de una banca solitaria, todo era relativo y a la vez absoluto a la primera vez en que se había manifestado. Mientras el suelo se movía y el tiempo hacía de las suyas retrasando los segundos, el lugar vacío en donde antes habrían estado los dos cristales circulares sujetados por lazos que terminaban su recorrido en las siempre añoradas enredaderas negras parecía contener ambos luceros desiertos y destrozados. Y aún no me explico cómo conseguí plasmarlos: si tal vez en sueños o en efímeras realidades que se agotaban cuando el alba desaparecía. Cuando el alba desaparecía...

Pero el temor a encontrar los luceros en la misma dirección que antes habían recorrido, ya sea real o imaginariamente, era aún más enorme y dominante que las ansias asfixiantes de obligar a arrojar mi pobre mirada al suelo. Pero ya la dignidad era una corriente gélida y diáfana que prevalecía como un fantasma, rondando y cubriendo con su manto azulejo todo, de una forma hermosa e inútil. Y la prudencia, que me aconsejaba en forma de brisa y distraía mi atención superficialmente hacia los lánguidos nimbos que rociaban lágrimas de diamantes, seguía su andar encorvado trayendo cada remembranza, mientras pequeños demonios exteriores me hacían recaer nuevamente. En cada mirada desviada, cada puñal contenido, había una lluvia de escarcha que formaba las siglas comenzadas con A y seguidas por Z. Pero todo comenzaba y terminaba en la bella A, llena de adornos medievales y aguas cristalinas, mientras la destrucción se llevaba con respiros y soplos mágicos, la esencia del mísero otoño que azotaba a las hojas escarlatas que crujían bajo el gran manto grisáceo.

Y tal como lo había visto desaparecer, presentí su aparición en la gigantesca cueva vertical, la cual las escalas de rosas bañaban en colores tétricos y dulces. Y aquella cueva se lo tragó, junto con un ser que llevaba cogido de la mano, mientras una boca gris se abría y ambos penetraban en ella. ¡Pequeña Remedios! ¿Por qué llevas así al ser que tu María produjo para guiarte en soledad? ¿Por qué ríes mientras lo observas desde el Olimpo, y lo desangras con puñaladas de vocablos líquidos? Porque tú, desde lo alto lo miras: a él y a todos los que yacen bajo seis pies bajo la capa de crisantemos, mientras tu voz cobra vitalidad y comienza la hecatombe, ¡mirada fija!. Y los demonios me llaman; ríen y susurran. Pero yo sigo mirando, separada por cinco milenios...¡cinco malditos milenios!, de su felicidad.

Creí recordarlo en ocho Cristos que lloraban en medio de un Getsemaní nebuloso, al atardecer mientras la desdicha se acercaba hastiada de colores invisibles que sólo él podría plasmar. Pero el Julio femenino que corría con acentos ingleses acompañado de diez Noviembres y un Octubre, la Remedios multiforme que se deslizaba en medio de su mirada y su corazón, venía en explosiones excéntricas y rosas, que provocarían burlas sonoras en el demonio que gritó su nombre despreocupadamente.

Otra vez veo reflejados en los índices la muerte de una ilusión ya enterrada. Luciferi de tristeza; Orfeo musical; Dalí sin atropellos andróginos ; Apolo plasmado en mármol. Tú. Y toda tu realidad.

1 Comments:

Blogger Jave said...

Hola!!!, solo estaba navegando y me encontre tu blog. Debo decir que me gusto mucho, me parece que escribes muy bien, es grato encontrar un blog así.

También quería saber que más generos de música te gusta, o si solo te gusta el metal gótico y sinfonico. Estaré pasando por acá.

Un saludo desde colombia.

1:42 p. m.  

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