2 de enero de 2008

Aquelarre


Como el sopor de escarcha nacarada,
los espejos violeta ya comparecen
ante las ninfas de largas piernas doradas;
Como esferas que bajo la niebla gris desaparecen,
el susurro ecléctico de las bellas amadas.

¡Tan largas son sus cabelleras ocultas
en las lúbricas voces del deleite mundano!
Conjuran al maleficio de las musas difuntas
Y muertas invocan de la Aurora el culto pagano.

…Es perenne la súplica amarga de su agonía;
Ellas, que a los cadáveres de la muerte renacen
tomando en su mirada la crueldad de Herodías,
son ahora condenadas al martirio que las ultraje
en susurros de clavecines y mordaces melodías.

¡Calcinadas! Doncellas muertas en los amaneceres,
en piras de sacrificios, de vírgenes y niñas pueriles;
de llantos y maldiciones gloriosas la plácida Ceres
¡Oh cuan hermosas, cuan funestas, cuan gentiles!