11 de junio de 2006

Al Excelso


Y así gritamos otra vez.

La vida encubierta de estropajos. El mundo y las hojas violetas que navegan océanos de fábulas. Las venas inyectando rubores, y algo místico entre los pájaros que sentía cuando todo había terminado y las luces devoraban el silencio. Llamando de vuelta a las damas de otoño y al amor hablado, imploramos la gracia en un día de verano que nunca tardaría en llegar. Retornamos sangrando la fuerza del paraíso sin enterrar la sonrisa del pasado, sintiendo los detalles del oro cuando la tristeza yacía inerte.

Oh, mi inmunda, benévola y agraciada añoranza! Llena de ti.

Empezando a desvestir los pétalos de rosas, mis ojos se pasean por las intuiciones de las memorias. Desliza el egoísmo que conlleva el déspota cuando sólo siente el lejano teclado vacío; en ese entonces comprende nuestras risas.

Es tu designio.
Los sueños se convierten en hielo. Y entonces siento el veneno.