15 de febrero de 2007

Melancolía

Christopher Schmid
Nunca me llegué a perdonar que te recordara.

Cuando fuiste desapareciendo lentamente no pude evitar distraerme. Tratar de olvidarte sin darme cuenta, ir eliminándote con pasividad y parsimonia, voltear el rostro hacia el mundo infecto y no verte en él como el único objeto luminoso que resplandecía evocando la miseria perdida. Y en aquellos instantes vacíos y monótonos en donde no estuviste ni estarás, maldigo la hora en que fui feliz. Sin ti, sin tus sátiras, tu voz alguna vez azul, tu sumisión indómita, tus canciones, las canciones, todo.

Y ahora te necesito. Al ver la lejanía donde reposas, las letras a las que correspondes, el enigma de lo ya perdido, la palidez de tu piel, sé que importas. Lo sé y no lo sabe nadie; la frialdad que lo cubre todo es voluble contigo, la indiferencia es encanto, y la apatía que finjo, atroz. ¡Cuan insulso eres! Cuan perdido te veo, así de libre te percibo. Y sufro, pues no quisiera hacer constar que las llave que siempre guardé está perdida, y sus cadenas, rotas.

En nombre de lo inexistente, de tu alguna vez pueril risa, de las melodías, pido que tu rostro se asemeje al de antes. Que lo dejes todo y vuelvas, como jamás lo harás, a enviar los tecleos endemoniados que sólo extraño porque te pareces demasiado a mí, porque nunca al ver a alguien vi mi propio reflejo, muerto.

2 Comments:

Blogger Deicidio said...

Como quisiera ser ese muerto, cuanto amor desperdiciado...

12:50 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Me ha gustadO muchO esta entrada , la verdad que me ha llegadO muy adentrO , tal vez pOque alguna vez me alla sentidO asin [... ]
PreciOsa pagina
un besO

8:33 a. m.  

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