25 de noviembre de 2006

El Antifaz de Proserpina


- ¡Señores, es hora ya de la magnificencia y el esplendor!

Entre el sonido de las copas de cristal y el júbilo gris, azul y omnipotente, vi confundirse entre miles el antifaz plateado. La contorsión de su sonrisa sátira e inexistente me hizo creer que aquel cubría enteramente el rostro nacarado; mas eran sólo dos ojos, esmeraldas distantes y malditas, los que yacían opacados por su sombra. ¡Virtuosismo pagano, de complacientes Bacos y fieras Bacantes! Era suya la condición gentil de la silueta sacrílega y durmiente, que iba volando ingrávida al compás de las melodías griegas, otoñales, clásicas, ambarinas. La belleza de Poppaea, el decoro de Lucrecia, los celos de Venus, la fúnebre diadema de la Reina del Inframundo.

Sus pasos marcaban el salón cual campo de nieve. ¡Goce, aprensión, dominio, luz! La esencia de lilios que flotaba desprendiéndose vivamente entre la multitud, bella, bohemia. ¿Es aquel el antifaz de la tragedia? ¿O acaso su risa déspota que se invierte y teje las líneas rosáceas de una media luna, excelsa? ¿Cubre el antifaz por entero el rostro romano, erguido, soberbio? No; las ilusiones mágicas e inertes van difuminando los contornos de la realidad. Aquella mano pálida y majestuosa sujeta el disfraz argéntico que se origina por encima de los labios rojos y se pierde entre las hebras de oro.

Al compás de las melodías griegas, otoñales, clásicas, ambarinas, seguí los pasos inmaculados en la nieve. Oculto en la habitación, se desprendió el llanto del martirio y la fruición de aquella emperatriz, la traidora de Orfeo. Sigilosamente, con la daga por la cual padeció Caesar, oculta en los deseos de muerte y demencia, la cogí del cuello no sin antes susurrar en el silencio de la noche roja, aquellas palabras infieles que originarían el último grito producido por su voz, aterrada y ya muerta:

- ¡Oh, Proserpina! Tu antifaz subyuga la naturaleza infame y proterva del dolor humano; tus labios son como rubíes, y los clamados que ellos producen, cicuta. La Corona de la Vida es tuya; ante ti comparecieron Eurídice, Psique y las demás criaturas víctimas de los ritos sangrientos de Eros. Mas es designio inmortal que aquel te sea arrebatado, y con ello sufras la debilidad y el castigo eterno de la Muerte.


Siguió el silencio. El antifaz de plata, de rayos lunares, es ahora escarlata; todo manchado de rosas y llantos.

3 Comments:

Blogger Deicidio said...

Dime que no te gustó de Antígona.
Oye pasame una foto tuya para poder dibujarte, no importa la foto, mientras mas lúgubre mejor.

11:23 p. m.  
Blogger cbob said...

no fue nada personal. sólo que no me gustan las obras clásicas metamorfoseadas en contemporáneas.

.ya tienes millones de aspirantes a retrato en tu blog, para qué una más?



p.d.: ese retrato de Hitler, sin palabras, hermoso.

1:13 a. m.  
Blogger Jen said...

sería chevere ver un retrato tuyo lol xD

2:16 p. m.  

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